Quiero que mi pareja cambie

Todo marchaba de maravillas en tu relación, hasta que de pronto, ya no te gustan su manera de hablar, y, en general, su forma de ser. Pero, ¿cambiarlo puede ser la solución?

No me gusta mi pareja, ¡quiero que cambie!

Gabriela es una de esas amigas que tengo, a quienes yo llamo «peculiares» y es que solo me busca cual «stalker» por aire, tierra y mar, cuando de problemas se trata: que me peleé con mi mamá, que jalé  los exámenes finales de ciclo, que mi novio no me comprende, etc. Pero cuando le va bien en la vida, ni bola me da, nunca tiene tiempo para mí.

Sin embargo, lo que le sucede, siempre tiene un tinte de atractivo que no deja de interesarme, por lo que, a la larga, termino siempre accediendo a encontrarme con ella para escuchar la nueva historia que me tiene. Y esta vez venía con la siguiente frase: «No soporto a mi novio, ¡quiero que cambie!«.

Esta frase me hizo pensar en esa pregunta que tal vez todas nos hemos hecho alguna vez: «¿Se puede cambiar a la pareja?», es decir, si nuestro hombre por ejemplo tiene malos modales, no te gusta cómo habla o reacciona ante algo. O de pronto te parece que está muy gordo o flaco o se ha vuelto demasiado renegón, hermético, egoísta… ¿no te apetecería de pronto trabajar en convertirlo en una versión «mejorada»?

En otro post que escribí para Como Conquistarlo, cité un párrafo de una de las más grandes novelas del escritor Ruso Lev Tolstoi, quien, como nadie supo retratar la psicología de la mujer. Y lo vuelvo a poner en estas líneas, pues creo que expresa perfectamente lo que quiero decir, y que es lo que nos pasa a muchas mujeres. lee con atención este extractp de su novela Ana Karenina:

En cuanto se detuvo el tren y se apeó Ana , el primer rostro que vio en San Petesburgo fue el de su marido. «¡Dios mío! ¿Por qué le habrán puesto así las orejas?«, pensó, mirando su arrogante y fría figura, y sobre todo los cartílagos de sus orejas, que ahora le llamaban la atención, en los que se sostenían las alas del sombrero. Al verla, se dirigió a su encuentro con su habitual sonrisa irónica, mirándola con sus grandes ojos cansados. Una sensación desagradable oprimió el corazón de Ana cuando se encontró con la mirada tenaz y cansada de su marido. Era como si esperara verlo distinto. Lo que más la sorprendió fue la sensación de descontento de sí misma que experimentó al encontrarse con él. Era una sensación  familiar, conocida, semejante a la hipocresía, que experimentaba al tratar con su marido; antes no se daba cuenta de ello; en cambio, ahora lo reconocía clara y dolorosamente.

Así como a Ana Karenina, de pronto empezó a detestar las orejas de su marido, de pronto, miramos a nuestra pareja con otros ojos, y de pronto ya no nos gusta cómo luce, cómo habla, cómo grita cuando ve su partido del domingo… y vemos cómo esa ensoñación de las primeras veces que salían juntos se va desvaneciendo.

¿Cambiar a la pareja o mejorar como pareja?

Pretender que la pareja cambie puede ser, desde un intento por mejorar la relación -que debe de ser un camino que se emprenda en pareja- hasta un intento desesperado por moldear a tu pareja -cual plastilina- hasta convertirla en alguien que no es.

También hay que tener en cuenta, en este punto, que la pareja que conocimos y de la que nos enamoramos, va cambiando con el tiempo, como lo hacemos todos, a lo largo de la vida, ya sea por efecto de la madurez que se obtiene de la experiencia que se va ganando, como por factores externos. Así, dichos cambios se presentarán en todas las formas posibles (fisicas y emocionales), y está en nuestra forma de verlos y aceptarlos, la mejor demostración de que nuestro amor es imperecedero.

Ahora bien, esto separando la paja del trigo. Porque una cosa será aceptar que, por ejemplo, nuestro hombre se esté volviendo calvo ; y otra que se haya vuelto un bebedor, renegón, hermético, evasivo, etc.

Entonces, lo primero que tendríamos que tener en claro es, ¿qué es lo que deseo que cambie en él, y para qué? ¿para él mismo?, ¿para nosotros, como pareja solo para mi satisfacción personal?

Una vez oí un comentario deleznable de una amiga a quien no veo hace mucho. Salia con un hombre 15 años mayor que ella, y evidentemente la diferencia de edades se relucía en la apariencia y canas del tipo. Y en su intento por  hacer que luzca más joven ante sus amigos, lo instaba a que se compre tintes de pelo y que se vista de una forma «más juvenil». terrible, ¿verdad? ella quería cambiarlo ¡para no avergonzarse de él ante sus amistades!

Un segundo punto que tendrías que preguntarte, si tienes ese irreflerable impulso de no aceptar gran parte de lo que constituye la manera de ser de tu pareja, es cuán enamorada estás de él.

Cuando una relación de pareja comienza, esta se ve envuelta por la ilusión y a veces la miope percepción en que todo se ve hermoso y perfecto. Pero durante el día a día de la relación, y más aún, si se establece una relación de convivencia, nos enfrentamos a la realidad de cómo es nuestro novio. ¿Desordenado, impaciente?, ¿o tal vez sorprendente, hacendoso y más dedicado que nunca a ti? Con sus defectos y virtudes, ese es la persona con quien decidiste formar una pareja.

Comunicación, la clave del éxito

Para afrontar problemas como este, nada mejor que comunicarse. Y esto nos lo refrenda el psicólogo David Dávila Ordoñez: «El cambio es posible, aunque nos enfrentamos a algo ciertamente complicado porque la pareja a veces no percibe que su conducta afecta al otro, por eso, es importante el diálogo; mucho diálogo, no dejar a la imaginación del otro, lo que «debería ser».

Agregó que «Esa comunicación debe ser constante y tratar esos temas que afecta a alguién, así se puede se puede llegar al cambio un poco más rápido… y eso va para ambos».

Una vez que tengas claro, qué es lo que te desagrada de tu pareja, y cuánto puede esto afectar a ambos y a sí mismo, deben sentarse a conversar, siempre que todo no sea atacarlo ni recriminarlo, sino con el ánimo de trabajar juntos en su propia superación personal y como pareja.

Creo que para este tipo de charlas, tú misma también deberás reflexionar y hacer un mea culpa sobre las cosas que estemos haciendo mal nosotras; de hecho, antes de iniciar la charla deberemos ya tener en claro qué cosas son las que deben cambiar en nosotras.

No podrá ser posible, de ninguna manera que solo una de las partes sea un mar de perfecciones, y la otra la que tenga que corregirse en todo. Ten en claro que nadie nació perfecto.

Esta conversación deberá realizarse en un lugar y momento relajados, que inviten a la charla, y de ninguna manera, a la crítica destructiva. Muchos tergiversan y piensan que conversar es pelear.

Si tu pareja se muestra ofendida o intransigente a aceptar que tiene que cambiar, no desesperes, pospón la charla para otro momento y trata de hacerle entender que algunos cambios son necesarios para que mejore la vida en pareja y que tú también estás dispuesta, tanto a apoyarlo en el proceso, como a cambiar también.

Pero si se trata de un caso en que solamente tú deseas satisfacer un deseo personal de que tu pareja se comporte, se vista y sea a tu antojo; pues serás tú quien tendrá que replantearse si es posible que esa relación continúe. Porque estar con una persona a quien no aceptamos como es, no hace más que poner de relieve que te enamoraste de un espejismo o de otra persona completamente diferente.

A este respecto, el psicólogo Dávila nos dice: «Eso no va; si (tu pareja) cambia, será momentaneamente; luego volverá a su forma habitual de conducta; porque dicha conducta está encarnada en él. Además, ¿cómo te fijaste en un tipo (o persona) de quién tienes reparos en cuanto a su forma de vestir, hablar o peinarse?

Olvídate de ese mito de que una puede cambiarlo. Esas amigas que banalmente espetan «Ahora es así porque yo lo cambié», no hacen más que decir peroratas baratas. Ningún hombre es tan blando como una plastilina, como para dejarse moldear al gusto de otra persona. Así como lo ves, con los ojos de la realidad, con sus gustos, disgustos, creencias anhelos y defectos, así es como se presenta, y lo que está mal en él, se irá mejorando con el transcurso del vivir. Pero lo demás, lo que constituye su esencia, eso nunca lo podremos cambiar.

El doctor Dávila finaliza en este punto diciéndonos que: «Si te casas o reúnes con alguién ‘pensando que los vas a cambiar‘, es una MUY mala idea ya que las personas no cambian tan fácilmente y peor aún, luego de los 25, es más que difícil que eso suceda».

Te dejo con este video que te dará más luces sobre este tema, creo que lo que dice es bastante cierto. Ojo, tiene segunda parte.

Imagen: MuyAzucar (decepcion), UltimaHora (cambiar pareja) Vijesti (restaurante) Maldonet.com (discutiendo) SantaFarandula (renegando) PrevencionDeSalud (conversando)

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Acerca del autor

Escrito por Carla Gonzales

Egresada de Literatura en la UNMSM, periodista y correctora de textos y estilo. Actividades: leer, escuchar rock clásico, jazz, blues, proyectos literarios.

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